El éxito pedagógico y terapéutico de Biodanza se debe a sus efectos sobre el organismo como totalidad y a su poder de rehabilitación existencial. Cada uno de ellos tiene, por sí mismo, un efecto transformador. Relacionados en un conjunto coherente, mediante un modelo teórico científico, constituyen un haz de ecofactores de extraordinarios efectos, capaces de influir incluso en las líneas de programación genética.
Biodanza posee un repertorio de alrededor de 250 ejercicios y danzas cuya finalidad es activar los movimientos humanos de forma armónica e integradora; no existen movimientos disociativos en Biodanza. Contamos con un conjunto de ejercicios de integración sensoriomotora, afectivo-motora y de sensibilidad cenestésica; otro conjunto de ejercicios está formado por danzas sencillas que estimulan las vivencias de vitalidad, sexualidad, creatividad, afectividad y trascendencia.
Durante la práctica de Biodanza, la música se transforma en movimiento corporal, es decir, que ‘se encarna’, y el bailarín entra en vivencia. De la combinación de música, movimiento y vivencia se desencadenan cambios sutiles en los sistemas límbico-hipotalámico, neurovegetativo, inmunológico y en los neurotransmisores.
Todas estas danzas son ecofactores de gran poder de deflagración vivencial, se potencian recíprocamente y su efecto es la homeostasis de las funciones orgánicas, la regulación del sistema integrador-adaptativo-límbico-hipotalámico y la elevación de la calidad de vida en el sentido de la plenitud y goce de vivir.
La metodología de Biodanza se orienta a la deflagración de vivencias integradoras, capaces de superar las disociaciones que induce nuestra cultura.
Actualmente, un gran número de personas vive estados de disociación psicosomática. Piensan en algo, sienten de forma diferente y actúan de modo disociado respecto a lo que sienten. La unidad de nuestra existencia está en permanente crisis. Es a través de las vivencias que se perfecciona la unidad neurofisiológica y existencial del ser humano.
La vivencia es la sensación intensa de estar vivo ‘aquí y ahora’ y posee fuertes componentes cenestésicos y emocionales. Las vivencias tienen diferentes matices emocionales, tales como euforia, erotismo, ternura, paz interior, etc., esto contribuye a la expresión auténtica de la identidad.
La vivencia es diferente de la emoción. La emoción es una respuesta a estímulos externos y desaparece cuando estos cesan. La vivencia es una experiencia que abarca la existencia completa, posee efectos profundos y duraderos donde participa el organismo como totalidad e induce el sentimiento de estar vivo, trascendiendo el ego. Es una experiencia ‘aquí y ahora’.
El despertar de vivencias, que nos permiten ser nosotros mismos, constituye una nueva epistemología. Nuestras intensas motivaciones instintivas y afectivas son inhibidas por patrones culturales. Las vivencias profundas que comprometen la unidad de nuestro psiquismo son las fuerzas originarias de la vida.
El abordaje racional de nuestros conflictos no resuelve a fondo las perturbaciones disociativas; tener conciencia de nuestros conflictos no modifica el comportamiento. Es la vivencia de estar vivo, la percepción cenestésica de nuestro cuerpo y, en suma, la posibilidad de ‘ser honestamente nosotros mismos’ lo que permite una existencia integrada y saludable. Por este motivo no empleamos el análisis de conflictos, sino que estimulamos la parte sana de nuestra identidad a través de vivencias intensas, ‘el instante es el único lugar donde se puede vivir’.
La metodología vivencial permite el proceso de integración. Biodanza es, por definición, un sistema de integración de potenciales humanos. Integración significa ‘coordinación de la actividad entre diversos subsistemas para alcanzar el funcionamiento armonioso de un sistema mayor’. La vivencia es el agente esencial de integración de la unidad funcional: ‘habitamos el aquí y ahora, en un tiempo cósmico’.
“Biodanza es una poética del encuentro humano”…
La conexión con las personas es esencial en todo acto de rehabilitación o curación; no existe crecimiento solitario (las técnicas místicas o terapéuticas de carácter solipsista son una falacia). El contacto con otras personas es lo que permite el crecimiento.
La conexión verbal es insuficiente. Es necesario el contacto, la danza en pareja o colectiva y el compromiso corporal dentro de un contexto sensible, sutil y en feedback.
Sobre los efectos terapéuticos y pedagógicos de la caricia, actualmente existen múltiples investigaciones científicas. Centenares de autores han descubierto que el contacto valoriza y proporciona un continente afectivo a las personas. Sin embargo, no basta con el contacto; es necesaria la conexión, es decir, que cualquier forma de vínculo físico esté movido por una fuerza afectiva sincera.
Existen fundamentos científicos de las terapias de contacto. Podemos mencionar, entre numerosos investigadores, a los siguientes: S. F. Harlow, René Spitz, Rof Carballo, López Ibor, Bowlby, etc.
La caricia, por lo tanto, no es solo contacto sino conexión. Las terapias que no tienen compromiso corporal son disociativas, ya que trabajan solo a nivel de la conciencia y no en las vivencias significativas de amor y comunión.
La afectividad, núcleo central de todas las terapias, incluye: la conexión, la coparticipación y el ‘nosotros’ de Martín Buber.
El trance es un estado alterado de conciencia que implica la disminución del ego y la regresión a lo primordial, a lo originario, y en cierto modo, a etapas perinatales. Se trata de un fenómeno de regresión a los estados iniciales de la existencia.
Los efectos del trance son de renovación biológica, porque durante este estado se reeditan las condiciones biológicas del comienzo del desarrollo humano, incluyendo un metabolismo más intenso y el despertar de la percepción cenestésica, además de las primeras necesidades de protección, nutrición y contacto.
Por esta razón, los ejercicios de trance en Biodanza permiten la reparentalización, es decir, el ‘nacer de nuevo’ dentro de un contexto de amor y cuidado. Muchos adultos llevan dentro de sí a un niño herido, un niño abandonado, sin amor. La reparentalización permite curarlo en ceremonias de trance y renacimiento.
Entre los recursos del Sistema Biodanza, contamos con el innovador método de ‘trance de suspensión’, que permite tener acceso al estado de trance de forma progresiva y con dulce abandono.
La expansión de conciencia es un estado de percepción ampliada que se caracteriza por restablecer el vínculo primordial con el universo. Su efecto subjetivo es un sentimiento intenso de unidad ontocosmológica y alegría trascendente.
Biodanza induce estados de expansión de conciencia mediante músicas, danzas y ceremonias de encuentro. Tener acceso a la ‘experiencia suprema’ requiere una preparación previa y un nivel superior de integración y madurez. Los procedimientos que utilizamos para inducir cambios progresivos en el estado de conciencia son:
- Ejercicios para ampliar la percepción de la naturaleza y de las personas a través de los cinco sentidos.
- Ejercicios de placer cenestésico para disminuir la intervención del ego.
- Ejercicios de fluidez lenta con abandono.
- Ejercicios de éxtasis e íntasis.
El grupo en Biodanza es una matriz de renacimiento que se integra a nivel afectivo y constituye un campo de interacciones muy intenso.
Biodanza no es un sistema solipsista ni de comunicación verbal. Su poder reside en la inducción recíproca de vivencias entre los participantes del grupo. Las situaciones de encuentro tienen el poder de cambiar profundamente actitudes y formas de relacionamiento humano.
La forma de integración del grupo en Biodanza se diferencia radicalmente de la dinámica de grupo tradicional.
Prof. Rolando Toro Araneda